20070303

Gigantes periféricos

Se están pariendo nuevos y gigantescos emporios industriales en India, China, Rusia y Brasil (los llamados países BRIC). Lo significativo es que engordan a una velocidad mayor que las grandes corporaciones norteamericanas, europeas y japonesas. De las 200 mayores compañías globales -cuyo poder económico supera al de la mayoría de países del mundo-, 16 ya tienen su base en países no occidentales.
Y el proceso va en aumento. La petrolera rusa Gazprom es la tercera en el ránking global, Petrochina la décima, y China Mobile, Bank of China y China Con Bank se encuentran entre las top 50. Destacan también la brasilera Petrobrás, las también rusas Lukoil y Rosneft o la mexicana América Móvil. De momento los BRIC tienen juntos tantas gigantes empresariales como Francia. Pero observemos la tendencia. Las que más están creciendo son las chinas y las indias.


¿Y ES ESO BUENO PARA ESTOS PAÍSES?


Justamente en agosto visitamos una de las denominadas fastdevelopment area en uno de los estados más pobres de la India, Orissa. India impresiona por todo. Pero destaca hoy su rápida -a menudo violenta- caída en picado hacia el capitalismo planetario. Fuimos a conocerla in situ. Una de las empresas indias que ya venden autos a los españoles es Tata Group, un gigante industrial que tanto produce camiones como controla canales de radio u opera en telefonía celular en todo el continente indio. Aparte explota minas de hierro y fabrica el acero que requiere toda la demanda de automóviles, principalmente interna.

En el nuevo y gigantesco complejo industrial de Kalinga Nagar, en las profundidades de Orissa, Tata Group encontró un enclave óptimo: minas de carbón, ríos, mano de obra dispuesta a ser sobreexplotada y trenes y nuevas carreteras para sacar la producción. Sólo había un inconveniente. El territorio más adecuado estaba habitado por los pobres entre los pobres, los grupos tribales, con los intocables en la cola de la fila india. Aquel inconveniente no pudo solventarse como en otras ocasiones, desplazando sin más a la población afectada con promesas que jamás se cumplirían. Los grupos tribales que cultivaban los arrozales en los que hoy Tata están construyendo sus altos hornos decidieron no abandonar sus tierras a cambio de nada. Por ello el choque tribal-industrial, policía del Estado mediante, se saldó con unos efectos colaterales por industrialización de 16 tribales y un policía muertos en enfrentamientos durante enero de 2005. Hoy el terreno ya es de Tata, lo vimos con nuestros ojos, y los tribales suman más desplazados a los campesinos afectados por la construcción de megaproyectos como las represas de Terhi, del Narmanda, etc. (unos 60 millones estimados). El crecimiento de Tata ha sido brutal. ¿Y es bueno para el país? Para Tata, sí; para los administradores que lanzaron a la policía, también, pero para los tribales -muchos más en personas, mucho menos en PIB- definitivamente, no.

David Llistar, coordinador del Observatorio de la Deuda en la Globalización

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