20070304

La sociedad de la vigilancia a gran escala

LAS NUEVAS TECNOLOGÍAS APLICADAS AL CONTROL SOCIAL


La gente se encuentra ahora bajo vigilancia en un grado sin precedentes. Antes se vigilaba determinados aspectos de determinadas personas; ahora se vigila todo tipo de aspectos de todo tipo de personas, y ello aumenta a medida que instituciones altamente especializadas utilizan medios cada vez más sofisticados para recopilar rutinariamente datos personales, convirtiéndonos a todos en objeto de supervisión y sospecha.



Estamos vigilados en cuanto utilizamos una tarjeta bancaria, tenemos un coche, recibimos publicidad o enseñamos el carné de identidad, y ahora, en cuanto salimos a la calle y nos graban sus cámaras. En todos estos casos los ordenadores registran nuestros hábitos, nuestros datos se cotejan con otros, vamos dejando un rastro de nuestra personalidad con los que se puede ir elaborando un perfil personal, y se van elaborando perfiles de grupos (tanto de consumidores como políticos). A finales de los ‘70, con el nacimiento del microchip y el desarrollo de las nuevas tecnologías, comenzó la vigilancia a gran escala.


Pese a afectar a la sociedad en su conjunto, lo cierto es que no existen movimientos sociales que cuestionen la extensión de la vigilancia (aunque últimamente sí se vislumbra cierta oposición al control a través de la Red). Puede deberse, por una parte, a que el avance de la vigilancia informática se puede percibir como un avance social y, por otra, a que existe gran dificultad en concretar el problema, máxime cuando se tiende a ver como algo ajeno: “no me importa que me vigilen, yo no tengo nada que ocultar”, sin darnos cuenta de que lo que se está vulnerando no es sólo nuestra intimidad sino que estamos viendo amenazada por la vigilancia electrónica nuestra propia personalidad, entendida ésta como dignidad, libertad y responsabilidad humana. Las personas son cada vez más vigiladas y sus actividades documentadas y clasificadas, no sólo como actividad a posteriori (detener delincuentes), ni siquiera estrictamente a priori (prevenir la delincuencia), sino como medio de fortalecimiento del poder.


La información es poder en cuanto que contribuye a crear poblaciones que cada vez en mayor medida se conforman con las normas sociales. El conocimiento de lo que ocurre está siempre ligado al poder y así, el control de la información se ha convertido en una cuestión política clave. Las cámaras de vigilancia están destinadas a obtener información: hacen más extendidos, y simultáneamente menos visibles, muchos procesos que ya estaban en marcha. Si los ordenadores contribuyen a inaugurar una nueva dimensión de la vigilancia e Internet la multiplica, las cámaras la sacan a la calle. Las organizaciones que utilizan la tecnología de la información para vigilancia obtienen con relativa facilidad una imagen detallada de la vida cotidiana de individuos y de grupos. Datos relativos a la situación financiera, estado de salud, transacciones telefónicas, ayudas sociales, residencia, estado civil, procedencia étnica... son fácilmente accesibles y no obtenibles sin las modernas tecnologías. Las cámaras de vigilancia instaladas en grandes y medianos núcleos urbanos ponen imagen a la información.
La situación parece ser más grave que la prevista por Orwell en su 1984. Orwell ideó un centro controlador, y ahora el control está descentralizado. Tampoco imaginó que su principal ejecutor no fuera el Estado. Hoy los vigilados son los consumidores (por entidades privadas) tanto como los ciudadanos (por el Estado).



Orwell pensó que el controlado iba a ser consciente en todo momento de la presencia de su controlador. Actualmente la mayor parte de la vigilancia se lleva a cabo de forma oculta (existen cámaras de videovigilancia a la vista de cualquiera y otras estudiadamente ocultas), lo que pudiera parecer una contradicción, pero es la estrategia del panóptico: el control se mantiene por la sensación constante de ser observado por ojos que no se ven, así no hay ningún lugar donde ocultarse. Al no saber si se es o no observado, la obediencia a las normas puede parecer la única opción racional. Es la incertidumbre como medio de dominación. Finalmente Orwell diseñó un control estatal con un sistema totalitario; no pudo prever que las nuevas tecnologías permitieran una vigilancia tendente al totalitarismo en perfecta coexistencia con procesos formalmente democráticos.


LAS NUEVAS TECNOLOGÍAS PERMITEN EL DESARROLLO DE LA ‘CIBERVIGILANCIA’



El DNI entra en la era digital


Las grandes empresas armamentísticas, aliadas con las corporaciones informáticas, fabrican y gestionan sistemas de identificación y vigilancia.

PRESENTACIÓN. El 16 de marzo de 2006, el ministro del Interior, José Antonio Alonso, entregaba el primer ejemplar del nuevo DNI electrónico a una empresaria de Burgos.

En el ámbito de la identificación personal los países que no obligaban a sus ciudadanos a tener una documentación al efecto la van implantando a marchas forzadas (EE UU y especialmente Gran Bretaña). En los países donde ya existían documentos de identidad para la población, se está impulsando la renovación y modernización del sistema aplicando las nuevas tecnologías de control. En este contexto, en marzo comenzó a implantarse el DNI electrónico -como colofón de un diseño comenzado en la era Aznar-: Es similar al actual, si bien incorpora un chip capaz de guardar y procesar información.
Además de identificar al usuario frente a terceros, su principal novedad estriba en la firma electrónica, destinada a facilitar, dicen sus impulsores, la administración electrónica (el ciudadano podrá hacer trámites con la Administración desde un ordenador), así como permitir transacciones electrónicas comerciales ‘seguras’ a través de la Red. El chip del nuevo DNI llevará, en principio, la misma información que el documento actual junto con los certificados de autentificación y de firma electrónica. Se prevé que en el 2008 esté ya implantado en todo el país. No todo es color de rosa El primer problema estriba en que se prevé que, tanto la información del chip, como la tecnología utilizada, van a ser modificadas en breve.
El DNI-e ha sido aprobado por el Gobierno a través de un simple Real Decreto (R.D. 1553/2005), y por tanto de espaldas, no solo a la ciudadanía, sino a la voluntad del Congreso que pudiera haber propiciado un debate sobre su necesidad, contenido, alcance y finalidad. Por ello puede ser modificado en cualquier momento por el Gobierno de turno, sin necesidad de someterse a votaciones parlamentarias. Por otro lado, en febrero, el inspector jefe del área de Informática de la Dirección General de la Policía, Juan Crespo, admitía el deseo de la Administración de incorporar en un futuro inmediato la tecnología de radiofrecuencia (RFID) en los pasaportes y DNI (e incluso hacer de ello un solo documento), lógico si tenemos en cuenta que a partir del 1 de agosto de 2006 todos los países de la UE deberán expedir el pasaporte electrónico basado en la tecnología RFDI (como respuesta a EE UU, que exigirá a los visitantes de la UE dicho pasaporte a partir de octubre 2006). Y antes de final de año la UE recomendará a sus miembros la implantación del nuevo carné de conducir europeo con microchip incorporado.


Una etiqueta RFDI es un dispositivo pequeño, como una pegatina, que puede ser adherida o incorporada a un producto, animal o persona, y que contiene antenas para recibir y responder a peticiones por radiofrecuencia desde un emisor-receptor. Los datos transmitidos por la etiqueta proporcionan información sobre la localización e identificación del producto, animal o persona marcados. La etiqueta, además de su clara alternativa al código de barras para los objetos de compra (pudiendo conocerse el recorrido de un producto desde su fabricación, lo que permite controlar a distancia los hábitos de consumo de cada hogar), tiene como especial característica su paulatina implantación mundial en la documentación de identificación personal, con un contenido que pudiera escapar al conocimiento de su portador. ¿Identificadores bajo la piel? La filosofía final de esta nueva tecnología tiende a que cada ser humano en el planeta lleve un número de identificación con el que pudieran ser reconocidas de forma inmediata todas sus características personales; un medio de identificación válido, exclusivo, pero sobre todo, masivo, que permitiera recopilar la mayor cantidad de datos de cada persona, bajo la conocida ecuación Información = Poder. Implantando el chip bajo la piel, las personas podrían ser reconocidas incluso vía satélite a través de GPS. ¿Ciencia ficción? Perros y gatos ya llevan su microchip implantado, siendo las primeras víctimas de la llamada ‘ciberseguridad’; empresas estadounidenses lo han implantado a sus empleados; México y Colombia lo promocionan como forma de evitar o controlar secuestros. El Estado español es pionero: una conocida discoteca de Barcelona (Baja Beach Club) lo vende desde el 17 de marzo por 125 euros a sus clientes VIP, que lo utilizan para abonar sus consumiciones, suplantando así el DNI y la tarjeta de crédito, siendo el primer establecimiento del mundo en realizar esta práctica. Sin embargo, en el verano de 2005, la empresa holandesa Riscue logró craquear (romper los códigos de seguridad y obtener la información) un pasaporte biométrico equipado con RFDI (obteniendo un intruso todos los datos contenidos en el mismo desde una distancia de 10 metros).
En marzo de 2006, de nuevo investigadores holandeses demostraron que las etiquetas RFDI pueden albergar virus informáticos, pudiendo de esta forma ser alteradas por atacantes. Además, el virus sería capaz de explotar las vulnerabilidades de todo tipo que pudieran existir en el software del sistema: una etiqueta RFDI colocada en una maleta podría ‘contagiar’ a otras, a otros aeropuertos... pudiendo caer todo un sistema. Y es sólo un ejemplo. Que no olviden: hasta el doctor Frankenstein fue muerto por el Ser que él mismo había creado.


Endika Zulueta, abogado

2 comentarios:

Natalia Book dijo...

Estamos leyendo 1984 en nuestro club y precisamente están saliendo estos temas. Lo que Orwell predijo está ocurriendo. Todos estamos controlados. Es muy difícil ser libre.
Haceis una reflexión muy interesante al comparalo con el nuevo DNI digital.
Saludos

Anónimo dijo...

Mi gato lo lleva puesto y no se queja. Además tendremos innumerables ventajas a la hora de pagar en el Pryca.

Fidel Castro. Reflexiones